viernes, 22 de julio de 2011

La primera Vez que me Asaltaron


Hace aproximadamente 20 min. Sufri mi primer intento de asalto. Regresaba en mi bicicleta de dar mi clase de kendo en el Tecnológico de Monterrey en chihuahua; eran casi las 10:00pm. Subía por lo mas bajo de la calle sicómoro, la cual en esa parte esta muy poco transitada y no muy bien iluminada. Casi llegando a la Av. De las industrias cuando una pareja en motocicleta se me acerca desde a tras y se pone a lado mi mientras avanzaba y el que la conducía me grita, y sito textualmente: ¡Párate PUTO… órale, oríllate! Con la poca luz pude ver su rostro y a su acompañante que llevaba casco, y por mero instinto pedalee con fuerza sin detenerme; al mirar al frente vi que se acercaban algunos autos así que grite pidiendo auxilio y haciendo todo el escándalo que pude. Al ver esto los asaltantes se alejaron y huyeron a toda velocidad. Seguí pedaleando con fuerza sin detenerme y sin quitar la vista de esos dos por si daban la vuelta, pero desaparecieron en la sombra de la calle. Con miedo que no me apena admitir, pedalee como loco y miraba a todos lados esperando que no me hubieran seguido y no descanse hasta estar en la puerta de mi casa. Al entrar jadeante, abrace a mi madre lo más fuerte que pude y le conté lo sucedido.

Quizás se pregunten muchas cosas. Los que me conocen y saben que soy practicante de kendo se preguntaran ¿Por qué demonios no me defendí y les di la paliza de su viada a esos cabrones? Fácil, no hubiera podido. Como ya dije iba en mi bicicleta, con mi equipo de kendo en la parrilla y mis espadas de madera colgadas a la espalda, en su bolsa bien cerrada, no habría podido sacarlas a tiempo para defenderme. De hecho dudo que el más experimentado maestro de defensa personal hubiera podido hacer algo en las mismas circunstancias.

Otro quizás se preguntes en que pensaba mientras huía en mi bicicleta a todo lo que daban mis piernas. Por increíble que parezca, no pensé en mi familia o mis seres queridos, mucho menos me encomendé a dios y a todos sus Ángeles. Mi mente estaba concentrada en dos cosas, pedalear y mantenerse alerta por si volvían a aparecer. El imaginar que pudieran dispararme mientras estaban a mis espaldas me hizo encogerme para dificultarles el blanco. Se que no parece realista, pero es la verdad.

Esta noche aprendí 2 dos cosas: el refrán “La ocasión hace al Ladrón” es absolutamente cierto y que nunca volveré a tomar una calle tan solitaria a altas horas de la noche.

No doy gracias a dios de haber salido y ileso, porque no fue el quien me saco de este predicamento. Agradezco a la condición física que me ha dado el kendo, son ella me hubiera sido imposible escapar como lo hice y al sabio consejo de mi sensei, el Sr. Enrique Macias, quien me dijo cuando recién iniciaba en este arte marcial “No importa que tan preparado te sientas, la mejor opción generalmente es correr”.

Buenas noches, y mucho cuidado.